.En nombre de la aberración
Lunes, 19 Enero, 2009
Lo que está pasando en la telenovela En nombre del amor de Televisa es abominable, como para que los anunciantes tomen medidas contra El Canal de las Estrellas como lo hicieron contra TV Azteca en los tiempos de Tentaciones (1998), una equivocación.
¿Y qué es lo que está pasando en este desafortunado refrito de Cadenas de amargura?
Que sus responsables nos están presentando a un sacerdote símbolo sexual que a las primeras de cambio piensa dejar el sacerdocio para irse a darle vuelo a la hilacha con un viejo amor del pasado (Macarena, Victoria Ruffo).
Independientemente de que esto no pasaba en Cadenas de amargura sí está muy grueso porque el sacerdote en cuestión, Cristóbal (Arturo Peniche), no sólo quiere dejar volando a la Iglesia católica, sino que hasta se atreve a darle besos a su novia, vestido de sotana, en la sala de cuidados intensivos de un hospital de rancho.
¿Será que estas cosas pasan? ¿Será que los sacerdotes católicos mexicanos se meten a los hospitales a besar a las mujeres? ¿Éste es el tipo de contenidos que la Iglesia católica necesita después del Sexto Encuentro Mundial de las Familias?
No, pues qué estimulante. Con razón la villana de esta historia, Carlota (Leticia Calderón), nomás ve al curita y piensa: Mmm eres un cura muy atractivo. Es un desperdicio que te escondas bajo la sotana, pero no será por mucho tiempo.
¿Por qué no será por mucho tiempo? ¿Porque está esperando que el sacerdote también le meta mano, porque lo va a encuerar o qué?
Ni Luis Buñuel se hubiera imaginado, en sus tiempos, que una de las telenovelas más publicitadas de la mayor casa productora de contenidos de habla hispana iba a ser, en 2009, una fantasía erótico-religiosa.
Con razón el final del capítulo del viernes pasado de esta cosa fue la aparente muerte de Macarena después de haber sido besada por el sacerdote.
Una mujer que es besada por un cura merece morir y ella más porque no sólo estaba tentando a un sacerdote, sino que le iba a romper el corazón a otro güey, al doctor Bermúdez (David Ostrosky), que también se estaba a punto de echar sus píldoras de viagra por ella.
¿Qué onda con esta adaptación de Cadenas de amargura donde todas las mujeres son unas cuscas que tienen de a varias opciones para elegir?
En nombre del amor es para Cadenas de amargura lo que El tenorio cómico para Don Juan Tenorio, una parodia plagada de recursos fáciles para llamar la atención del público.
¿Por qué en los capítulos de la próxima semana su producción no integra a La Chupitos al reparto y le reduce las faldas a Leticia Calderón? Digo, para estar a tono.
Y es que uno de los mayores problemas de este melodrama está en su manejo del tono.
Todos los actores están dirigidos en un tono tan exagerado que en el capítulo del viernes pasado, por ejemplo, Carlota fingía que lloraba en una escena, Paloma (Allisson Lozz) lloraba genuinamente en otra y uno, como televidente, no encontraba ninguna diferencia.
Era como si las dos hubieran estado llorando igual, como si las dos hubieran estado fingiendo.
No y ni hablemos de la escena en la que Macarena es arrojada a través de un vitral por Carlota porque nos podemos ahogar de la risa todo el mes.
Qué músculos los de Carlota para poder aventar a semejante bola de manteca, romper un megavitral de dos por dos y hacerla volar ocho metros hasta la planta baja.
Después de eso Televisa debió haber metido un spot de Elige estar bien porque a todos nos quedó claro que aquello fue un acto de gordofobia.
Si Macarena no hubiera sido una obesa no se hubiera roto el cráneo como se lo rompió. Volvemos a lo mismo, esa tipa merecía morir, no sólo por casquivana, también por gorda.
A propósito, ¿cómo estuvo eso de que cayó de tan alto y quedó viva y hermosa para que su galán la besara en el hospital? ¿Cómo está la lógica dentro de En nombre del amor?
Si la analizamos con cuidado, aguas, vamos a descubrir que la villana no está tan equivocada como parece, que los buenos tienen muy poco de buenos, que se abusa del viejo truco de te dije que estaba muerta y tú eres tan beep que te lo creíste y no lo comprobaste y, lo peor, que ahí todos sufren porque quieren.
Pero lo más abominable de todo es lo del sacerdote. ¿A poco no?
acueva@milenio.com
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